La Sagrada Biblia
La palabra Biblia procede de la expresión griega βιβλία, que es el plural de βιβλίον que significa "libros"; los cuales corresponden a los rollos de papiro que contienen los textos sagrados.
La palabra papiro es de origen griego (πάπυρος) y hace referencia a los soportes donde se plasmaban los escritos que se guardaban en rollos.
Los papiros se fabrican de la corteza de una planta herbácea acuática muy común en el río Nilo y en algunos lugares de la cuenca mediterránea. Del término papiro nace al castellano la palabra papel. Un rollo es el equivalente a lo de hoy un libro, de ahí que los libros de la Biblia se refieren a los rollos originalmente escritos.
En Ezequiel 27,9 se menciona la ciudad fenicia de Guebal, que los griegos llamaron Biblos dado a que era el lugar más importante para el tráfico de papiro traído de Egipto. La ciudad de Biblos se ubica a 40 km de Beirut, la capital de el Líbano. Actualmente es ampliamente reconocida como la ciudad más antigua del mundo habitada ininterrumpidamente.
Tanaj & Biblia
Los textos sagrados del Judaísmo, en un principio son documentos separados en rollos que fueron escritos en hebreo y arameo que constituyeron tres grandes grupos de rollos llamados la Torá, los Nevi'im y los Ketuvim, cuyos rollos fueron escritos en hebreo antiguo, aunque también hay pasajes que fueron escritos en arameo antiguo. Estos tres grupos son identificadas hoy por el cristianismo como "la Ley, los profetas y los Escritos" que más adelante, en la septuaginta, se unirán, junto con otros textos hebreos y griegos para la compilación del canon de 46 libros que se llamaría el Tanaj en términos hebreos. La palabra biblia surge del término griego βιβλίον que significa "libros"; se empezó a usar por los judíos de habla griega que nacieron y se criaron en la diáspora.
La Septuaginta
EL CANON ALEJANDRINO
La versión griega de los escritos sagrados para el pueblo judío, comúnmente llamada "La Traducción de los Setenta" (ἡ μετάφρασις τῶν ἑβδομήκοντα) o Septuaginta, surge por decisión del rey Ptolomeo II Filadelfo de Alejandría, gran admirador de la cultura y las antigüedades, con el fin de compilar los escritos sagrados existentes, tanto en hebreo, arameo y griego, en un solo volumen y traducirlos al griego koiné para enriquecer la biblioteca de Alejandría. Según una carta atribuida a un judío helenizado llamado Aristeas, dirigida a su hermano Filócrates, Ptolomeo Filadelfo solicitó al Sumo Sacerdote Eleazar de Jerusalén la presencia de 72 sabios judíos -seis por cada tribu de Israel- para que se ocuparan de esta tarea. El proceso de tal compilación y traducción se inició hacia el año 280 a.C. y concluyó hacia el año 100 a.C. El uso de la Septuaginta se extendió por todas las regiones de la cuenca mediterránea, donde el idioma hebreo fue perdiendo popularidad y a su vez el idioma griego fue acentuándose en los intercambios comerciales, sociales, culturales y por ende religiosos. Por ello, desde sus orígenes, el pueblo judío estimó la Septuaginta como versión inspirada, digna de ser leída y estudiada en las sinagogas.
En el tiempo de Jesús Nuestro Señor, la Septuaginta era la versión usada de las Sagradas Escrituras en todas las sinagogas y comarcas de influencia griega, por lo que los apóstoles y luego los evangelistas hicieron uso de ella en su escrutación en busca de los anuncios proféticos revelados por el Padre sobre la venida redentora del Hijo. De esta manera, la naciente Iglesia cristiana, la asumió como expresión auténtica de la Revelación divina. De los muchos rollos o textos recopilados -la mayoría en hebreo y algunos en griego-, La septuaginta compiló un canon de más de 46 libros para la conformación del Tanaj, y es la que hereda la Iglesia desde el comienzo.
La versión en griego del Antiguo Testamento llamada "Septuaginta" constituye una de las fuentes más importantes para adentrarse en la antigüedad de los textos de la Sagrada Escritura, tal como los conoció el divino Maestro Nuestro Señor Jesucristo. Estos escritos fueron fundamentales para los primeros cristianos, tanto de origen hebreo como de origen griego. La Septuaginta fue reconocida por la naciente Iglesia y leída con la devoción reservada a la Revelación de Dios.
Canon Palestinense
El Talmud relata que algún tiempo después de la destrucción del Segundo Templo de Jerusalén en el año 70 d.C., el rabino Yohanan ben Zakai se trasladó a la ciudad de Jamnia, donde recibió permiso de los romanos para fundar una escuela de derecho religioso judío. Jamnia también era la ciudad a la que se trasladó el Sanedrín tras la destrucción del Templo. La escuela de Zakai supervisó el inicio del judaísmo rabínico y la escritura de la Mishná, la primera redacción de la Ley Oral y el texto fundacional del Talmud.
El grupo de rabinos que habían escapado del asedio de jerusalén, se reunieron en Jamnia, fundaron la escuela y, hacia el año 95, llegaron a un consenso sobre la lista de los libros hebreos que habrían de ser parte del Tanaj judío, rechazando una serie de textos del canon alejandrino de la versión de los LXX o Septuaginta, quedando establecido así el llamado "Canon Palestinense" con un número de 39 libros.
Pero el Canon Alejandrino o Septuaginta siguió siendo utilizado por la escuela rabínica de Alejandría, siendo el primer canon desarrollado de lo que conocemos como Antiguo Testamento, ya que antes de antes de este no existía ningún canon, puesto que los escritos estaban separados en los llamados rollos. De hecho, la partición, la clasificación, el orden y los nombres de los libros del Antiguo Testamento de las Biblia cristiana no viene del Tanaj palestinense, sino de los códices judíos del Canon Alejandrino o Septuaginta. Por orden cronológico, hoy se sabe que el Canon Alejandrino fue primero que el Canon Palestinense.
Vetus Latina
Ya sabemos que la palabra Biblia viene del término griego βιβλίον que significa "libros". Los primero cristianos, desde el surgimiento de la Iglesia, utilizaron los textos sagrados de la Septuaginta o canon alejandrino, o sea, los escritos de lo que sería más tarde el Antiguo Testamento. Pero en el período de cien años, de la Iglesia primitiva, aproximadamente desde el año 50 al 150, comenzó a circular una serie de documentos entre las diversas comunidades eclesiales, como evangelios, epístolas, apocalipsis, memorias, homilías y colecciones de enseñanzas. Mientras que algunos de estos documentos tenían un origen apostólico, otros se basaron en la tradición de los apóstoles y los ministros de la palabra que se había utilizado en sus misiones individuales. Y otros representaban una suma de la enseñanza a cargo de un centro de la iglesia en particular. Varios de estos escritos buscaban extender, interpretar y aplicar la enseñanza apostólica para satisfacer las necesidades de los cristianos en una localidad determinada.
A partir del siglo II, estos escritos empezaron a ser traducidos desde el griego al latín, no por una sola persona o institución, sino por varios traductores, y ni siquiera se editó de manera uniforme; la calidad y el estilo de cada libro individual variaba. A estas traducciones se les dio el nombre de "Vetus Latina", compendio de libros sagrados que se convirtió en el estándar de la Biblia para los cristianos latino-hablantes en Occidente, conocida también como la "Antigua Biblia Latina".
La Vulgata
Desde el comienzo de la Iglesia, los cristianos conocieron la versión alejandrina escrita en griego llamada también Septuaginta o de los LXX. Pero desde el primer siglo, tuvieron que discernir, entre los múltiples escritos que surgieron en torno a Jesús, para saber cuáles eran inspirados y cuáles no. El criterio de juicio sobre la autenticidad de estos escritos, fue que por un lado tuvieran origen apostólico, y por otro, hubieran sido aceptados por las comunidades cristianas que conocieron a los apóstoles. No fue nada fácil el proceso de la selección de estos escritos, ya que hubo mucha discusión sobre la inclusión de algunos en el canon del Nuevo Testamento.
Hacia el siglo IV, el Papa de entonces Dámaso I, encargó a su secretario Jerónimo de Estridón de hacer una selección latina a fin de compilar el canon de los libros sagrados que debía contener la Biblia. Esta se escribió en "latín corriente", tomando su nombre de la frase "Vulgata editio" que, en el entorno léxico actual, es así como una "edición popular". El objetivo de la "Vulgata" era que fuese más fácil de entender, especialmente para el pueblo, y más exacta que la "Vetus Latina.
En el año 382, esta traducción de la "Vulgata" se presentó en el "Sínodo de Roma" en el cual se dio aprobación para el establecimiento del Canon de libros para la Biblia compilados de la Septuaginta y de los escritos apostólicos, recogidos de las distintas comunidades eclesiales a las cuales se habían dirigido, clasificándose en dos volúmenes de libros: Antiguo Testamento el volumen de 46 libros tomados de la Septuaginta, y Nuevo Testamento el volumen de 27 libros tomados de los libros de la producción apostólica. Fue confirmado en el Concilio de Hipona en el 393, y ratificado en el Concilio III de Cartago (año 397), y el IV Concilio de Cartago, en el año 419.
El canon de 73 libros de la Vulgata es el que ha mantenido la Iglesia hasta hoy en las distintas ediciones surgidas, llámese "Nacar Colunga", "Biblia de Jerusalén", "Biblia Latinoamericana", etc. Debemos reconocer, entonces, la importancia histórica de esta traducción de la Vulgata. Alguna vez san Jerónimo dijo: "Desconocer la Escritura es desconocer a Cristo". En otra ocasión, hablando sobre la oración y la lectura de las Escrituras afirmó que: "Cuando tú oras le hablas a Jesús. Cuándo lees la Escritura es Él quien te habla".
En el proceso de traducción y compilación de la Biblia han intervenido tres idiomas importantes -hebreo, griego y latín-, los mismos que se usaron para la inscripción colocada en una tablilla en el madero de la cruz de Cristo, y que corresponden a la expresión "Jesús Nazareno rey de los judíos".
נצרת ישוע, מלך היהודים.
Iesvs Nazarenvs, Rex Ivdæorvm
Ἰησοῦς ὁ Ναζωραῖος ὁ βασιλεὺς τῶν Ἰουδαίων