εὐαγγέλιον
El término griego εὐαγγέλιον está compuesto de "εὐ", que significa bien o bueno, y de "αγγέλιον" que se traduce como mensaje, anuncio, noticia; por lo tanto, εὐαγγέλιον, que pasa a españolizarse como Evangelio, significa "buena noticia", "buena nueva" o "buen mensaje". A partir de esta etimología, los auténticos cristianos entendemos que el Evangelio es la Buena Noticia acerca de Jesús, el Hijo de Dios, que se hizo carne por obra del Espíritu Santo en el seno de María santísima; que nació y creció en un hogar normal bajo las normas religiosas de su época; y que llegado el tiempo tuvo una vida pública donde sus seguidores le reconocieron como el "Ungido" esperado y anunciado por los profetas.
Lucas 4,14-21
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Jesús inicia su vida pública
Lucas 4,14-21
Jesús volvió a Galilea con el poder del Espíritu, y su fama corrió por toda aquella región. Enseñaba en las sinagogas de los judíos y todos lo alababan. Llegó a Nazaret, donde se había criado, y el sábado fue a la sinagoga, como era su costumbre. Se puso de pie para hacer la lectura, y le pasaron el libro del profeta Isaías. Jesús desenrolló el libro y encontró el pasaje donde estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí. El me ha ungido para llevar Buenas Noticias a los pobres, para anunciar la libertad a los cautivos, y a los ciegos que pronto van a ver, para despedir libres a los oprimidos y proclamar el año de gracia del Señor.
Jesús entonces enrolló el libro, lo devolvió al ayudante y se sentó, mientras todos los presentes tenían los ojos fijos en él. Y empezó a decirles: «Hoy les llegan noticias de cómo se cumplen estas palabras proféticas.»
La palabra «evangelio» es empleada por primera vez en los escritos de Pablo de Tarso a las primeras comunidades cristianas (1 Corintios 15,1), redactada probablemente en el año 57. El texto dice:
Γνωρίζω δὲ ὑμῖν, ἀδελφοί, τὸ εὐαγγέλιον ὃ εὐηγγελισάμην ὑμῖν,
ὃ καὶ παρελάβετε, ἐν ᾧ καὶ ἑστήκατε,
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os prediqué,
que habéis recibido y en el cual permanecéis firmes.
Existen otros libros que narran otros eventos de la vida de Jesús, llamados "evangelios apócrifos" y que se escribieron en las primeras décadas del cristianismo pero que no fueron reconocidos ni aceptados por la Iglesia dentro del riguroso estudio hecho a fin de compilar los libros sagrados que conformarían el Nuevo Testamento.
A los evangelios apócrifos se les dio el nombre de evangelios por su aspecto, similar al de los cuatro evangelios admitidos en el canon del Nuevo Testamento. Sin embargo, difieren de los evangelios hoy llamados «canónicos» en su estilo y en su contenido, y fueron abrupta o progresivamente desconsiderados por las comunidades cristianas para el anuncio de la «buena noticia» propiamente dicha.
Predicación apostólica de la Buena Noticia
«Los Apóstoles regresaron entonces del monte de los Olivos a Jerusalén: la distancia entre ambos sitios es la que está permitida recorrer en día sábado. Cuando llegaron a la ciudad, subieron a la sala donde solían reunirse. Eran Pedro, Juan, Santiago, Andrés, Felipe y Tomás, Bartolomé, Mateo, Santiago, hijo de Alfeo, Simón el Zelote y Judas, hijo de Santiago. Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos» (Hechos 1,12-14).
Hechos 2,1-4 | Se cumple la promesa de Jesús
«Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.»
Hechos 2,42 | Ante todo, la Eucaristía
«Los primeros cristianos, es decir, en la Iglesia primitiva, «acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones». La fracción del pan es el acto sacramental de la "Acción de Gracias" -en griego ευχαριστία (Eucaristía)-. El apóstol Pablo enseña a la comunidad cristiana de Corinto sobre lo que es la Eucaristía, dice; «... yo recibí del Señor lo que les he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: "Este es mi Cuerpo que se da por ustedes; hagan esto en recuerdo mío" (1 Corintios 11,23-24).
La Buena Noticia se predica con la señal de la santa cruz.
Aparte del pez y otros signos gráficos usados para identificarse entre sí, los apóstoles y primeros cristianos, usaron la cruz que hasta hoy identifica al cristianismo y al mensaje de la Buena Nueva. El apóstol Pablo indica que anunciar la Buena Noticia es mantener la eficacia de la Cruz, la cual es fuerza de Dios, por lo que debemos gloriarnos en ella: «Porque Cristo no me envió a bautizar, sino a anunciar la Buena Noticia, y esto sin recurrir a la elocuencia humana, para que la cruz de Cristo no pierda su eficacia. El mensaje de la cruz es una locura para los que se pierden, pero para los que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios.» (1 Corintios 1,17-18). «Yo sólo me gloriaré en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo está crucificado para mí, como yo lo estoy para el mundo» (Gálatas 6,14). «Porque muchos viven como enemigos de la cruz de Cristo; se lo he dicho a menudo y ahora se lo repito llorando.» (Filipenses 3,18)
Surgen dificultades de recusación.
Romanos 10,16 | «Pero no todos aceptan la Buena Noticia. Así lo dice Isaías: "Señor, ¿quién creyó en nuestra predicación?
Una predicación incansable.
Hechos 5,42 | «Y todos los días, tanto en el templo como en las casas, no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús».
La Buena Noticia se anuncia a los paganos.
Hechos 11,20 | «...había entre ellos algunos hombres originarios de Chipre y Cirene que, al llegar a Antioquía, también anunciaron a los paganos la Buena Noticia del Señor Jesús».
Por eso, pónganse la armadura de Dios, para que en el día malo puedan resistir y mantenerse en la fila valiéndose de todas sus armas. Tomen la verdad como cinturón y la justicia como coraza; estén bien calzados, listos para propagar la Buena noticia de la paz. Tengan siempre a mano el escudo de la fe, y así podrán atajar las flechas incendiarias del demonio. Por último, usen el casco de la salvación y la espada del Espíritu, es decir, la Palabra de Dios. (Efesios 6,10-17).
«...fortalézcanse en el Señor con su energía y su fuerza. Lleven con ustedes todas las armas de Dios para que puedan resistir las maniobras del diablo. Pues no estamos enfrentando a fuerzas humanas, sino a los poderes y autoridades que dirigen este mundo y sus fuerzas oscuras, los espíritus y fuerzas malas del mundo de arriba.
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Es necesario predicar la Buena Noticia
«Si anuncio el Evangelio, no lo hago para gloriarme: al contrario, es para mí una necesidad imperiosa. ¡Ay de mí si no predicara el Evangelio! Si yo realizara esta tarea por iniciativa propia, merecería ser recompensado, pero si lo hago por necesidad, quiere decir que se me ha confiado una misión. ¿Cuál es entonces mi recompensa? Predicar gratuitamente la Buena Noticia, renunciando al derecho que esa Buena Noticia me confiere" (1 Corintios 9,16-18).
«Hermanos, les recuerdo la Buena Noticia que yo les he predicado, que ustedes han recibido y a la cual permanecen fieles. Por ella son salvados, si la conservan tal como yo se la anuncié; de lo contrario, habrán creído en vano» (1 Corintios 15,1-2).
«Y ahora ustedes han recibido el anuncio de ese mensaje por obra de quienes, bajo la acción del Espíritu Santo enviado desde el cielo, les transmitieron la Buena Noticia que los ángeles ansían contemplar» (1 Pedro 1,12).
El apóstol Pablo,
padre de la predicación
de la Buena Noticia
«Porque, aunque tengan diez mil preceptores en Cristo, no tienen muchos padres: soy yo el que los ha engendrado en Cristo Jesús, mediante la predicación de la Buena Noticia. (1 Corintios 4,15).
Predicar la Buena Noticia
con toda fidelidad,
sin error ni engaño.
«Nuestra predicación no se inspira en el error, ni en la impureza, ni en el engaño. Al contrario, Dios nos encontró dignos de confiarnos la Buena Noticia, y nosotros la predicamos, procurando agradar no a los hombres, sino a Dios, que examina nuestros corazones»
(1 Tesalonicenses 2,3-4).
Los que se niegan a creer en la Buena Noticia también tendrán un juicio.
««Porque ha llegado el tiempo en que comenzará el juicio, empezando por la casa de Dios. Ahora bien, si el juicio comienza por nosotros, ¿cuál será la suerte de los que se niegan a creer en la Buena Noticia de Dios?». (1 Pedro 4,17).
La Buena Noticia
nos transmite una esperanza de fe.
«Para esto es necesario que ustedes permanezcan firmes y bien fundados en la fe, sin apartarse de la esperanza transmitida por la Buena Noticia que han oído y que fue predicada a todas las criaturas que están bajo el cielo..» (Colosenses 1,23).
La Buena Noticia
es certeza de que Cristo resucitó y está vivo.
«Acuérdate de Jesucristo, que resucitó de entre los muertos y es descendiente de David. Esta es la Buena Noticia que yo predico, por la cual sufro y estoy encadenado como un malhechor. Pero la palabra de Dios no está encadenada». (1 Timoteo 2,8-9)
Oración del apóstol Pablo por los que escuchan la Buena Noticia.
«¡Gloria a Dios, que tiene el poder de afianzarlos, según la Buena Noticia que yo anuncio, proclamando a Jesucristo, y revelando un misterio que fue guardado en secreto desde la eternidad y que ahora se ha manifestado! Este es el misterio que, por medio de los escritos proféticos y según el designio del Dios eterno, fue dado a conocer a todas las naciones para levarlas a la obediencia de la fe. ¡A Dios, el único sabio, por Jesucristo, sea la gloria eternamente! Amén». (Romanos 16,25-27)