«Cuenta las estrellas, si puedes. Así será tu descendencia...Yo soy Yahweh, que te saqué de Ur de los caldeos para darte esta tierra en propiedad.» [Génesis 15, 5-7]
El Pueblo de Dios.
El Antiguo Testamento nos relata cómo empezó a formarse el pueblo de Dios; Abrahán y Moisés fueron los elegidos para sellar la Alianza de Dios con su pueblo, el Pueblo de Jacob, llamado también pueblo de Israel. Abrahán vivía en una ciudad de Mesopotamia llamada Ur; un día Dios le pidió que dejara su país y se encaminara a la tierra que Él le mostraría. Abrahán se puso en camino con toda su familia; cuando llegaron a Siquem, en la tierra de Canaán, Dios le hizo una promesa:
Años más tarde, el pueblo de Israel marchó a Egipto, siendo allí esclavizado por el Faraón; a raíz de esto, Moisés fue elegido por Dios para sacar a su pueblo de la esclavitud de los egipcios y devolverlo a la tierra prometida. Después de muchos años de peregrinación por el desierto, los israelitas llegaron al monte Sinaí, allí Dios se manifestó en toda su gloria y majestad ante Moisés y su pueblo para darle su Ley y pactar con ellos una alianza, lo que hoy conocemos como la Antigua Alianza:
«Si ustedes me escuchan atentamente y respetan mi alianza, los tendré como mi propiedad personal entre todos los pueblos, siendo que toda la tierra es mía, serán para mí un reino de sacerdotes y una nación que me es consagrada.» [Éxodo 19,5s]
«Tendré mi Morada entre ustedes y ya no los miraré mal. Me pasearé en medio de ustedes y seré Dios de ustedes mientras ustedes serán mi pueblo. Pues yo soy Yahweh, Dios de ustedes, que los saqué del país de Egipto para que no fueran más esclavos de ellos...» [Levítico 26, 11-13]
AT Deuteronomio 7,6
AT Deuteronomio 10,14
AT Deuteronomio 26,18
AT Malaquías 3,17
NT Tito 2,14
NT 1 Pedro 2,9
NT Apocalipsis 1,6
AT Ezequiel 36,28
AT Jeremías 30,22
NT 2 Corintios 6,16s
NT Apocalipsis 21,3
Hay que considerar que para el pueblo de Dios, de la antigua alianza, la asamblea era indispensable en su actuar comunitario; en asamblea se elevaba la adoración al Dios único de Israel; en asamblea se dictan las normas y se toman las decisiones de repercusión social. Esto se deja entrever en muchos pasajes de la Torah. Veamos a continuación algunos textos, para darnos una idea de este concepto:
Génesis 48,4 | «Mira, yo haré que seas fecundo y que te multipliques. Haré de ti una asamblea de naciones y a ti y a tus descendientes después de ti entregaré esta tierra en posesión perpetua».
Salmo 1,5 | «No triunfarán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos».
Salmo 22,23-26 | «Yo anunciaré tu Nombre a mis hermanos, te alabaré en medio de la asamblea: “Alábenlo, los que temen al Señor; glorifíquenlo, descendientes de Jacob; témanlo, descendientes de Israel. Porque él no ha mirado con desdén ni ha despreciado la miseria del pobre: no le ocultó su rostro y lo escuchó cuando pidió auxilio”. Por eso te alabaré en la Gran Asamblea y cumpliré mis votos delante de los fieles».
Salmo 26,12 | «Mis pies pisan en terreno llano, bendeciré al Señor en la asamblea».
Salmo 35,18 | «Te daré gracias en la gran asamblea, te alabaré cuando esté todo el pueblo».
Salmo 40,10-11 | «Publiqué tu camino en la Gran Asamblea; no me callé, Señor, tú bien lo sabes. No encerré tus decretos en el fondo de mi corazón: proclamé tu fidelidad y tu socorro. No oculté tu amor y tu verdad en la Gran Asamblea».
Salmo 89,6 | «Señor, los cielos celebran tus maravillas, y tu fidelidad, la asamblea de los santos».
Salmo 149,1 | «¡Aleluya! Canten al Señor un canto nuevo, su alabanza en la asamblea de los santos».
Eclesiástico 7,7.14 | «No ofendas a la asamblea de la ciudad ni pierdas la confianza de la población». «No hables demasiado en la asamblea de los ancianos, ni multipliques las palabras en tu oración.
Eclesiástico 7,7.14 | «La opinión del prudente es requerida en la asamblea, y todos reflexionan sobre sus palabras».
Eclesiástico 39,10 | «Las naciones hablarán de su sabiduría y la asamblea proclamará su alabanza».
Eclesiástico 44,15 | «Los pueblos hablarán de su sabiduría, y la asamblea proclamará su alabanza».
1 Crónicas 28,8 | «Ahora, pues, a los ojos de todo el pueblo de Israel, que es la asamblea de Yahweh, y a oídos de nuestro Dios, guarden y mediten todos los mandamientos de Yahweh su Dios, para que puedan poseer esta tierra espléndida y la dejen como heredad a sus hijos después de ustedes para siempre».
El término hebreo קָהַל [qahal] es el
utilizado en el texto masorético para indicar
asamblea, significando a un grupo convocado,
literalmente los que son llamados. A su vez, la Septuaginta,
usa el término griego ἐκκλησία [Ekklesía], que tiene igual significación.
De este vocablo griego es donde pasa a nuestra lengua castellana la palabra Iglesia.
קָהַל
ἐκκλησία
Iglesia
Ante la profesión de fe del apóstol Simón, Jesús le da el calificativo de «piedra» al comisionarlo para que dirija la Gran Asamblea que constituirá, quizá siguiendo las ideas del salmista [Salmos 22 y 40], que también denomina Asamblea de los Santos, [salmos 89 y 149]. Luego, entonces, si fuese considerado propiamente en nuestra lengua, Jesús hubiese dicho: "Simón hijo de Juan, desde ahora te llamarás piedra y sobre esta piedra edificaré mi asamblea", entendiéndose que del término piedra (en griego petrus) se origina al castellano el nombre propio Pedro. Así, en la Biblia, algunas veces encontramos que se le llama «Simón Pedro» [Juan 1,40], «Simón, llamado Pedro» [Mateo 4,18] o en ciertos casos, simplemente «Pedro» [Juan 1,44]; esto quizá para no confundirlo con el otro apóstol que también se llamaba Simón, apodado el Zelote [Lucas 6,13-16].
«Bienaventurado eres Simón, hijo de Juan, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro (piedra), y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra, quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos». [Mateo 16,17-19]
Hebreo: קָהַל (qahal) = Asamblea.
Griego: «ἐκκλησία» de donde se origina al español la palabra Iglesia.
Cuando el Texto Masorético usa el término qahal, la Septuaginta usualmente usa el término griego Koine ekklesia , ἐκκλησία, que significa "grupo convocado", literalmente, "los que son llamados", es decir, la asamblea. Por lo tanto, la traducción habitual de qahal es "congregación" o "asamblea.
Tras la Antigua Alianza con el pueblo de Israel, sucedió una Nueva Alianza, un nuevo pacto de amistad que transformó radicalmente las relaciones de Dios con la humanidad; Alianza que fue sellada con la Sangre de Jesús, quien se ofrece en alimento espiritual y nos invita a participar activamente en aquel banquete celestial mediante el sacramento de la Eucaristía, siendo este sacramento el centro de la vida cristiana.
Mientras comían, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y lo dio a sus discípulos diciendo: «Tomen y coman; esto es mi cuerpo». Después tomó una copa, dio gracias y se la pasó diciendo: «Beban todos de ella: esto es mi sangre, la sangre de la Nueva Alianza, que es derramada por muchos, para el perdón de los pecados. Y les digo que desde ahora no volveré a beber del fruto de la vid, hasta el día en que lo beba nuevo con ustedes en el Reino de mi Padre». [Mateo 26,26-29]